Hoy hablamos de las emociones compartidas entre seres humanos y perros.
¿Te imaginas llevar contigo un “oráculo emocional” que te ayude a entender a tu perro?
Te cuento la importancia de identificar el nivel de activación de tu compañero canino, bienvenida a la educación canina amable.
CONTENIDOS
Entendiendo la Interacción Emocional entre seres Humanos y Perros
Las familias multiespecie comparten un viaje emocional interconectado, donde las corrientes de sentimientos influyen tanto en nosotras como en nuestros perros.
Este flujo constante de emociones crea una danza única entre los seres vivos, donde la resonancia emocional trasciende las barreras del lenguaje verbal.
Explorar nuestras emociones revela que nuestras decisiones diarias, a menudo dirigidas por nuestra propia montaña rusa emocional, pueden conducirnos a destinos inesperados en nuestra relación con los perros.
Por ejemplo, en momentos de incertidumbre, nuestra falta de confianza puede traducirse en señales contradictorias para nuestros peludos, afectando su capacidad para interpretar nuestro lenguaje y complicando la colaboración armoniosa.
En contraste, episodios de enfado (aunque no sea hacia ellos) pueden transformarse en obstáculos para la comunicación efectiva.
El enojo puede dar lugar a un lenguaje tosco que genera confusión en nuestros perros, llevándolos a situaciones de estrés o desconcierto.
La clave radica en reconocer la profundidad de esta conexión emocional y cómo nuestras propias emociones pueden influir en la experiencia de nuestros perros.
Cultivar la conciencia emocional nos brinda una brújula más clara para navegar las complejidades de la interacción multiespecie.
Estrategias para Manejar las Emociones Caninas
En la convivencia y educación con nuestros peludos, la activación emocional surge como una pieza clave.
Al intentar comunicarnos o enseñarles algo, es vital verificar que su atención está puesta en nosotras, es decir, que estén emocionalmente receptivos.
Dicho esto, el arousal, entendido como el nivel de excitación emocional, actúa como un indicador crucial para evaluar la receptividad y capacidad de atención de nuestros perros.
Este estado dinámico puede variar desde niveles bajos de activación, caracterizados por relajación y disposición para aprender, hasta niveles más altos, donde la sobreexcitación puede dificultar la concentración y el procesamiento de información.
Según la Ley de Yerkes-Dodson de 1908, que establece una relación entre el rendimiento y la activación emocional, reconocemos que, si bien la excitación mejora el rendimiento hasta cierto punto, un aumento continuo puede resultar contraproducente.
Imagina estar en un entorno donde debes prestar atención, pero el ruido constante te abruma.
En situaciones de alta activación emocional, tanto los seres humanos como los perros pueden experimentar dificultades para concentrarse y procesar la información de manera efectiva.
Por otro lado, en un espacio tranquilo y sereno, con niveles más bajos de activación, la capacidad de atención se amplía, permitiendo una interacción más receptiva y un aprendizaje efectivo.
Nuestros compañeros peludos experimentan situaciones similares.
Pueden manifestar momentos de energía desenfrenada, como saltos incontrolados o picos emocionales que nos están indicando un nivel elevado de activación, o pueden manifestar momentos de energía contenida, como movimientos más pausados o momentos de introspección, indicando niveles más bajos.
Comprender estos momentos emocionales es esencial para adaptar nuestras interacciones y nuestra comunicación, ya que conectar de forma inadecuada con tu perro durante un pico emocional puede resultar menos efectivo y generar frustración.
Conclusión: Cómo Fortalecer el Vínculo Emocional en la Educación Canina Amable
En conclusión, la educación canina empática va más allá de simplemente enseñar comandos y trucos.
Implica comprender y responder a las emociones tanto de nosotras como de nuestros compañeros caninos.
Al sintonizar con las emociones de nuestros perros y gestionar adecuadamente su activación emocional, podemos cultivar una relación más profunda y armoniosa basada en la empatía y la comprensión mutua.
Al reconocer cómo nuestras propias emociones influyen en la experiencia de nuestros perros y aplicar estrategias para manejar las mareas emocionales, podemos crear un ambiente propicio para el aprendizaje y la colaboración efectiva.
Por último, una educación canina amable y respetuosa se construye sobre la base del reconocimiento y la gestión de las emociones, llevando así la experiencia de educación canina a un nivel más consciente y enriquecedor para ambas partes.
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